La capacidad del Espíritu para cambiar vidas y empoderar a los creyentes resalta su importancia continua en la fe cristiana.

Si aceptablemente la enumeración de los dones puede variar de unos autores a otros y entre distintas confesiones, existe un amplio consenso en cuanto a su excelencia y magnanimidad.

Aunque el Espíritu Santo se menciona más claramente en el Nuevo Testamento, incluso tiene varias referencias en el Antiguo Testamento. A menudo se le describe como el «rumbo de Alá», simbolizando su poder y presencia activa en la creación y en la vida de las personas.

Pero no es la intención que vamos a detenernos por completo con la gran experiencia de sobrevenir sido bautizados con el Espíritu, y nunca seguir Delante.

Hay muchos malentendidos en cuanto al Espíritu Santo. Algunos lo consideran una fuerza mística; otros piensan que es el poder impersonal de Dios para excluir a personas.

Después de la pronunciación del concilio no hubo un ampliación importante desde el punto de presencia doctrinal aunque sí haya profundización espiritual y comentarios de algunos autores.

La historia de la pneumatología no tiene unas fronteras definidas. Se puede proponer que comienza con la formación de las primeras comunidades cristianas y la redacción de los evangelios en el siglo I. Aunque entonces quedó planteada de forma latente la cuestión. El siglo II tropezó con ella pero no la profundizó porque tenía el problema más acuciante de defenderse de las persecuciones.

Pero sin embargo han sido lavados, aunque han sido santificados, luego han sido justificados en el nombre del Señor Nazareno y por el Espíritu de nuestro Altísimo.

Estas descripciones comunican la idea que la persona que recibe el Espíritu Santo logra una unión personal e íntima con Alá. Singular vive en contacto constante con Jehová, y Todopoderoso llega a ser parte de su vida.

En segundo lado, mientras aquellos que apoyan la enseñanza de la subsecuencia señalan algunos episodios en Hechos como sus pruebas que un segundo bautismo ocurre en la vida de todos los creyentes, al analizar las escrituras y el antecedente histórico del libro vemos que no tienen razón.

El Espíritu Santo fue derramado en Pentecostés para empoderar a los discípulos para la gran comisión de predicar el evangelio a todas las naciones.

Novaciano, en su obra «De Trinitate» afirma que es el Espíritu Santo quien da dones imp source a su Iglesia para adornarla y perfeccionarla sobre todas las cosas y en todo. Y afirma su carácter personal: «Es Él quien –bajo forma de paloma– morapio y se posó sobre el Señor después de su bautismo, habitando plena y totalmente solo en Él, sin limitaciones, y luego fue dispensado y enviado sobreabundantemente, de modo que otros pudieran tomar un flujo de gracias» (De Trin.

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Justino ofrece afirmaciones que parecen identificar al «pneuma» con el «logos» aunque acepta la fórmula trinitaria para la celebración del bautismo.